Durante las primeros 12 meses de vida de un bebé, su cuerpo no sabe distinguir que noche significa dormir y día significa estar despierto. Lo que podemos hacer es que, durante el día, en la habitación donde normalmente se encuentra nuestro pequeño, abrimos las ventanos y a medida que vaya pasando el día intentaremos que el nivel de luz sea coherente y poco a poca irla bajando hasta que llegue la ausencia de luz, es decir, la noche.
Lo tenemos que acunar cuando muestre señales de dormirse y no cuando esté dormido del todo.
De esta forma aprenderá a dormirse solo y asociarla que la cuna o la cama son ganas de dormir. De esta forma también aprenderá a calmarse solo.
Tenemos que dejar que llore.
Tenemos que quitarnos el hábito de ir corriendo hasta nuestro bebé cada vez que lo oigamos llorar porque no aprenderá a calmarse solo.
Un poco de comida extra.
Si cena muy temprano, es posible que necesite comer otra vez antes de acostarse, para ayudarle a prolongar el sueño.
No lo mires a los ojos
La mayoría de los bebés, cuando establecen contacto visual, se estimula y así le costará dormir más.
A dormir se aprende.
Al igual que aprendemos a andar o a ir al baño, también tenemos que aprender a dormirnos solos. Por lo tanto la mejor herramienta para que nuestros pequeños se duerma es la paciencia.